miércoles, 2 de diciembre de 2015

C is for Cookie

Hice mi primera megagalleta en 2011, hace ya más de cuatro años. Me puse a ello a raíz de un post en el blog El Comidista, donde comentaban que espontáneamente unos cuantos tuiteros cocineros habían decidido hacer distintas variantes de la Megagalleta de una conocida página de recetas estadounidense. La idea era innovar usando como base algo tan típico como una cookie enorme, una tarta cookie, realmente. Me puse a leer y según veía las fotos de lo que hacía la gente la boca se me hacía agua, así que opté por hacer yo mismo una megagalleta. Ya que iba a ser la primera, preferí ceñirme a la receta estándar de 101 Cookbooks.

En este tiempo habré hecho más de veinte megacookies, así que puedo certificar que la receta funciona. ¡Y de qué manera!



Estos son los ingredientes necesarios:

380 gr de harina integral (aunque yo usé normal)
1 cucharada y media de levadura Royal
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharada y algo más de sal
225 gr de mantequilla (y un poco más para engrasar el molde)
140 gr de azúcar moreno
200 gr de azúcar
2 huevos
Un poco de extracto de vainilla
225 gr de chocolate

¿Qué tipo de chocolate? Diría que mejor puro, pero no muy fuerte ni muy amargo, pero realmente es según gustos. Yo mezclé dos variedades de puro, uno más fuerte que el otro, y no ha quedado nada mal el contraste. Completé la cantidad necesaria con gotas de chocolate, las típicas que tienen las cookies de las pastelerías.

Lo primero es precalentar el horno a unos 170-180 ºC y engrasar el molde, un recipiente que pueda ponerse al horno, de entre 25 y 28 cm de diámetro y unos 5 de altura. Si vais a usar papel vegetal para impedir que se pegue, como hice yo, no es necesario engrasar el molde con mantequilla. También es el momento de cortar el chocolate en pequeños trozos

En un bol grande (cuidado: luego necesitaremos otro bol más grande aún), se echan la harina, la levadura, el bicarbonato y la sal, y se mezcla. Después se corta la mantequilla en trozos pequeños, de alrededor de 1 cm de largo. En un bol más grande se pone el azúcar, y luego los trozos de mantequilla. Removed como podáis (no es cómodo) y verted uno de los huevos. Removed más y echad el otro. Espolvoread la vainilla (poco más de una cucharada y media) y seguid removiendo. No es fácil, porque la mantequilla normalmente seguirá en trozos más o menos grande. Usar las varillas es muy útil, y quien quiera puede probar a hacerlo con las eléctricas. Yo estuve unos minutos removiendo tanto con varillas como con la espátula y conseguí una masa espesa pero compacta, aunque conservaba algunos grumos de mantequilla, pero no es grave que se queden.

Una vez logrado lo anterior, se vierte el contenido del otro bol (la harina con lo demás) y se remueve. Enseguida se solidificará, hay que mover hasta que las dos mezclas estén ligadas pero no demasiado tiempo (la receta dice que unos 30 segundos, yo tardé algo más: lo lo importante es que la harina se una al resto).

Ahora se echa el chocolate en trozos encima, pero reservando una parte para el final. Mezclad bien todo, que los trozos de chocolate se distribuyan bien, pero no remováis más de la cuenta. Una vez logrado, id rellenando el molde con la pasta extraña que tendréis, y cuando lo hagáis, echad los trozos de chocolate que os quedaban por encima. Apretadlos un poco sobre la masa para que se incrusten, pero sin hundirlos. Sólo falta hornear el molde durante entre 35 y 45 minutos, lo necesario hasta que los bordes estén un poco dorados y el centro esté sólido.

El sabor es increíble. Muy contundente, eso sí, y con un trozo pequeño hay más que suficiente para una persona, pero está buenísima. Una vez dominada la receta estándar, se puede ir innovando con pequeñas variaciones: usar un chocolate diferente (aunque el blanco no hace gran papel, ya que se deshace con el calor), añadir avellana rallada a la mezcla, trozos de cacahuete...

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